Conocimientos que no sirven para nada

domingo, julio 08, 2007

La cheira del filósofo

Si hay un concepto atractivo en filosofía (¿?), más allá de las mónadas (¿¿??) es el de la navaja de Occam u Ockham, enunciada así por Guillermo de Occam en el siglo XIV:

Entia non sunt multiplicanda praeter necessitatem

Dicho de otra manera, vamos, en castellano:

Los entes no deben multiplicarse más allá de lo necesario

Esta frase enuncia lo que se conoce como el principio de simplicidad o parsimonia: a igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es la que vale.
Un ejemplo tan práctico como real: a Iker Jiménez le mandan una foto en la que se ve de fondo la sombra de un monje. Iker plantea dos posibles explicaciones: que se trate de un fenómeno paranormal o que fuera del encuadre de la foto haya un monje que proyecte su sombra dentro de la zona retratada. Aplicando la navaja de Occam, la segunda explicación es la válida. Aplicando la lógica de Fríker, siempre nos quedará la duda. Lo que no entiendo yo es por qué el tipo que hizo la foto no miró a ver si había un monje.
El principio de simplicidad puede rastrearse en versiones primitivas en la obra de Aristóteles y de Tomás de Aquino. Versiones muy primitivas si teniendo en cuenta que se trata de un tipo que no encuentra explicaciones más sencillas que la existencia de un ser todopoderoso para explicar ciertos fenómenos.

¿Por qué una navaja?

Siempre me he preguntado por qué un principio filosófico y científico tiene nombre de arma blanca. Viendo el retrato de Guillermo de Occam, cabe imaginar la siguiente escena:

Fray Guillermo: Os digo que no existe nada como los llamados universales.
Rival papista: Mas yo afirmo que son necesarios para explicar el mundo.
Fray Guillermo: ¡Lo particular sirve para explicar lo real!
Rival papista: ¡Que no!
Fray Guillermo: Pues como no me deis la razón, os rajo.
Rival papista: ¡Maldición! Blandís vuestra navaja. En tal caso, la explicación más sencilla es la verdadera, sin duda.

No hay constancia documental de esta escena y la denominación "navaja de Occam" no aparece hasta 1852, en los escritos del matemático William Rowan Hamilton. Parece ser que éste haría referencia a la cuchilla que los amanuenses del medievo usaban para eliminar los excesos de tinta en los manuscritos, al igual que fray Guillermo elimina los entes innecesarios en las explicaciones.
El principio de parsimonia dice claramente que la explicación más sencilla es la que vale a igualdad de condiciones. Es decir, que si hay dos teorías que sirven para explicar un fenómeno y no hay datos que den mayor validez a una sobre otra, tomaremos como válida la más sencilla.
Aplicando este principio a las posibles explicaciones sobre su denominación como "navaja", la respuesta está clara: Occam era de Carabanchel.

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